“Camino Real” Ruta de los arrieros, lugar de encuentro
- Telma Barrera
- 17 jun 2024
- 3 Min. de lectura
Puebleándo en Hidalgo, México, La Cañada de Madero, Tepeji del Río
Resulta toda una experiencia caminar por esta ruta, cada piedra del camino te invita a conocerla, somos parte de la misma historia, como piedras rodantes (Lora, 2022), con diferentes tiempos, con diversos propósitos, alcanzando y viviendo sueños, donde a cada paso nos asombramos con la luz que iluminan los paisajes por delante, como pasajeros de una carreta en un viaje por el tiempo. ¡Imagínate!

Por: Telma Barrera Migueles / Foto: Especial
Los arrieros
Trasladarse a pie era una constante, los arrieros avanzaban en caravanas recorriendo nuestro territorio, integrando uno de los sistemas comerciales más representativos del Virreinato, trasladando incluso artículos mineros. Esto “generó a su paso una gran riqueza cultural, cuyo legado podemos observar en diversas tradiciones, costumbres, celebraciones, fiestas y ferias; en la gastronomía, artesanías, tecnologías, narraciones y líricas; todas ellas de carácter popular (Perea, 2020). Los arrieros también guiaban a los viajeros, compartiendo recomendaciones, así como el mismo trayecto de la época.

Por este camino también conocido como “la Conducta”, eran llevadas las mercancías en caravanas de carretas que cada tres años emprendían un viaje de seis meses a lo largo del Camino Real de Tierra Adentro, para llevar telas, comestibles no perecederos; nuevos colonos, animales, bastimentos, herramientas, semillas y víveres. Adicionalmente llevaban un sistema del canje entre comida y hospedaje; el intercambio de plata en pasta; de los tlacos o fichas que se daban en las haciendas y que no tenían valor más allá de sus lindes, cuando las monedas de baja denominación no existían (Perea, 2020).

El transporte también lo eran las carretas, jaladas por animales de carga; era común el tránsito de “recuas”, la forma conjunta de arrear animales de carga, en grupos unos tras de otros; igualmente transitaban carruajes, los cuales eran vehículos formados por armazones de madera o hierro, montados sobre ruedas (RAE, 2024), normalmente jalados por caballos. El ancho de estos caminos era justamente para que transitaran estos carruajes y el recorrido era complicado, sinuoso en ciertos puntos, montañosos, vertiginosos o escarpados; entre laderas, espinos, magueyes, nopales; donde era necesario el descenso de los viajeros de estos vehículos para poder avanzar; dependiendo de lo largo de la ruta, éstos viajes duraban semanas o meses (Medina, 2013).
La zona comparte algunos caminos alternativos hacia otros lugares, como los que recorrían los otomíes hacia su comunidad hñähñu, San Ildefonso, una de las zonas indígenas ubicada cerca de Tula. o hacia otros puntos de encuentro o de comercio, de modo que los mercaderes indígenas llevaban artículos a otros territorios. Además, transitaban personas quienes al caminar realizaban artículos manualmente como tejidos con la fibra del maguey. De tal manera que el gran “Camino Real” tiene múltiples conexiones con diversos puntos donde se requería satisfacer alguna necesidad. Normalmente estas rutas eran más angostas como para el paso de una persona, de un caballo, o asno para transportar alguna mercancía, o simplemente como medio de comunicación hacia el resto del país. Normalmente estas rutas eran conocidas solamente por los lugareños, o por los arrieros, quienes fungían como guías para lograr la comunicación entre los puntos de conexión del “Camino Real” y otras poblaciones.
Las rutas se encuentran colmadas de narraciones, de bandidos asaltando los carruajes; de familias que se asentaban en las comunidades, y por supuesto de aventuras. Aún se conservan algunos trayectos, aunque con el paso del tiempo ya no son transitables del todo debido a la delimitación de parcelas y las propiedades privadas, ya que antes eran rutas de paso. Era todo un suceso recorrer estos senderos los cuales mágicamente conectan con otras comunidades. Cada ruta contiene historias, culturas y lugares maravillosos.
Nos vemos en el camino real, en la ruta de la vida. ¡Disfruta cada paso, cada paisaje, cada luna, cada sol, cada ángel que te acompaña iluminando tu vida para ser Feliz!
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